Si el otro día estaba casi segura de que en Madrid nadie conoce a Ana Urrutia, estoy aún más segura de que tampoco nadie sabe lo que es «la espuela».
Imagino que muchos conocéis del amor en esta tierra por la gastronomía y, porque no decirlo, también a todo lo que tenga que ver con la bebida. Salir a tomar unos potes (a tomar lo que sea) es una costumbre más que arraigada. Ya sea en pareja, con amigos o familia, y con la cuadrilla, por supuesto, ir de bar en bar tomando algo es uno de los planes más comunes.
Ya lo he tratado en algún post así que no me voy a repetir. Podéis recordar esta sana costumbre en «El poteo, ir de potes».
De lo que hoy quiero hablar es de lo que sucede cuando llega casi el final de ese «tomar algo», cuando es el momento de irse a casa. No es que en Bilbao suceda una cosa diferente a lo que puede pasar en Madrid o en cualquier otro lado. Siempre habrá quien insista, tras la última bebida, en tomar de verdad la última. Ésto, claro, se puede repetir tantas veces se quiera y lo que aguante bolsillo y cuerpo.
La única diferencia, y he aquí la palabra clave, es que si lejos de Bilbao simplemente se toma la última, en el Botxo siempre se dirá «la espuela».
Lo dicho, el concepto es el mismo pero oirás eso de «vamos a tomar la espuela» una y mil veces. A mi, la verdad, el nombre, aunque sólo sea por como suena, no deja de llamarme la atención.
¿Lo conocíais?.
De Madrid a Bilbao 
Sí. No es muy habitual, pero lo recoge la RAE.